Dulce Cereza...
Un paraíso cruel tenía reservado
Un paraíso de amor con el amor vedado.
Caminaba, agachado, recogiendo cerezas.
Coleccionando arándanos, moras,
cosechando pereza.
No había fruto prohibido
ni placer que no tuviera.
No acechaban las bestias
ni chillaban las hienas.
Sólo allí me inquietaba
la opulenta cascada.
Cada día, en su fondo,
una niña me hablaba.
Vestida de negro,
una muerte anunciaba.
¿Quién te ha hecho verter
tan severas palabras?
¿Quién te ha dado esa voz
que tras la cascada brama?
Salomé de las aguas,
¿por qué vas enlutada?
La niña rió y miró hacia la nada.
Con su cabello rubio y sus ojos de agua
jugando con la blanca mariposa que baila.
No soy yo quien te anuncia la muerte
porque no eres ya nada.
Pues aquella persona que respira y no ama
es persona que vive para siempre encerrada.
Acaso no soy yo-le dije-
quien libre camina
y eres tú la que vive
en tu fina cascada,
tras una cortina,
con miedo a ser mojada?
¿Y por qué cada día
-susurró ella cansada-
se dirigen tus pasos
a mi eterna morada?
¿Por qué con tus ansias, anhelos y ganas,
tu juicio y tu experiencia,
tu libertad aceptada,
retornas cada día
tras la noche estrellada?
Heme aquí, un espectro
y mi respuesta no cambia.
Me entristezco a diario
al ver tu mirada,
pues la llama de la pasión
no ha prendido en tu alma."
Voy buscando el amor
que a este lugar han birlado.
Quiero ver el pasadizo
que me lleve al otro lado
y gozar del hechizo
del sentimiento encontrado.
Tras cruzar la cascada,
beberé mis anhelos,
derribaré la carga
que oprime mi pecho
gozaré la pasión pura y sana,
sin brumas, sin niebla, libre de recelos"
Ella abrió más sus ojos,
se llenaron de lágrimas,
y entre sollozos me cuenta
con la voz demudada:
¿Pues no has visto el amor en la dulce cereza,
en la mora, en la nuez, en la párvula fresa?
¿No has visto volar
a la mariposa blanca
y has oído silbar
al mirlo que habla?
¡No hay más paraíso
que el que tú te regalas
cuando aprecias los bienes
que la suerte depara!
No busques más fuera,
no encontrarás nada,
la belleza que ansías
está en tu cascada.
Jesús Barrero